miércoles, 1 de mayo de 2002

MAYO. CUENTO DE PRIMAVERA

MAYO. CUENTO DE PRIMAVERA

“El mocos” llegó al pueblo en primavera. La humedad del lugar, los gérmenes que arrastraba el viento, y el desorden en sus horarios hicieron que se resfriara. Cuando el párroco le invitó a leer la epístola no sabía que un repentino estornudo complicado, lanzado con descaro hacia los primeros bancos en medio de las solemnes palabras apostólicas, sería el origen de aquel mote jocoso para el forastero. Nadie se lo decía a la cara pero aquella casa y aquel coche eran “del Mocos” en cualquier conversación popular. Un día el mote mutó y se hizo palabra compuesta. “El Mocos” estaba en el bar, junto a la barra. Un honorable vecino se acercó y golpeándole el hombro le dijo: - Anda, pídeme una cervecita, Mocos. - ¡Soplamocos! -dijo el aludido describiendo con su ancha mano un semicírculo que se interrumpió bruscamente en la cara del imprudente-. Y lo dijo tan alto, y lo hizo tan fuerte, que los espectadores no pudieron sino contarlo aquella misma noche. Así fue como el “Mocos” se convirtió en “Soplamocos”, lo que demuestra que para progresar en esta vida no hay nada mejor que una respuesta rápida e ingeniosa.