lunes, 1 de abril de 2002

ABRIL. CUENTO DE SEMANA SANTA

ABRIL. CUENTO DE SEMANA SANTA

Ahí estaba David. Ante la puerta calcinada. Al pie de las escaleras renegridas. Con el delicado sagrario de plata pegado a su pecho. La Iglesia era muy antigua. Y la gente que adoraba el Monumento Eucarístico había salido como un río desbordado. David no estaba seguro de que aquellos trocitos de pan fueran Cosa Sagrada. Sin embargo...Había estado recorriendo las calles primaverales del Jueves Santo empujado por la rutina. Arrastraba en soledad sus dudas y su flaqueza envuelta en preocupaciones tontas cuando una indignación extraña le atravesó la conciencia dormida. Aquella Iglesia estaba ardiendo por los cuatro costados. Los cristianos salían en tropel. Los bomberos estaban llegando. Había que salvar algo. El sagrario. Jesús. Cuidado. No fue difícil elegir. Un montoncito de pan le estaba esperando el medio del incendio. Y por eso entró -oración, reflexión y acción- mientras la calle se llenaba de humo y sirenas inconexas. Ahora todo había terminado. Ahí estaba David, un pobre chico sin teología, y la gente se arrodillaba a su paso. El silencio de los ángeles curiosos se superponía a los gritos de los bomberos mientras David abría los ojos con un escalofrío para darse cuenta de todo. Y para llorar; como San Pedro. Al pie de la escalera. Detrás de una artística cajita de orfebrería.