viernes, 1 de febrero de 2002

FEBRERO. CUENTO DE CARNAVAL

FEBRERO. CUENTO DE CARNAVAL

- Dame un hortano -dijo Lepidov alargando una huesuda mano por la ventanilla del espiral-.
- ¿Por qué te lo he de dar ahora? -preguntó Ka-
- Porque en Nogardia me están esperando. El centopidón me lo ha reclamado ya y no puedo defraudarle otra vez. Acuérdate del ridículo que hice en la Martzana de Hoz.
- No debiste subir a ese calat, hace mil montios que dejaste de ser bonz. Pero, en fin, que no se diga que no colaboro con La Casa de Mañana.

El cetronio calentaba amablemente la retma de la candria. Lepidov avanzaba ligero por las llanuras de La Casa. De pronto, como si fuera una jauría de candiales enloquecidos, un viento poderoso comenzó a soplar en contra del anciano nogardo. Tan recio se hizo el vendaval que por dos veces estuvo a punto de perder el control de su viejo calat. Todavía tenia tiempo así que decidió esperar en el atracito por ver si amainaba la tempestad. En aquel retiro obligado Horno Lepidov meditó durante cuatro montios y pensó, entre otras aras, que la realidad podía hacerse misteriosa e inquietante tan sólo disfrazando algunas palabras comunes con otras inventadas en un cuento tontorrón.